lunes, 21 de diciembre de 2009

1, 2, 3...

...patito inglés.

Así de rápido. Te das la vuelta un momento (o tres, según la cancioncita) y ale, ya ha cambiado todo. Y cada vez que te giras contemplas una nueva escena que puedes analizar.

Cuando te vuelves hacia la pared un instante y vuelves a mirar atrás (lo cual no lleva precisamente mucho tiempo) te puedes encontrar cualquier cosa. Verás gente que ha avanzado, y tú no te has dado cuenta. Verás gente que corre demasiado, y en el momento de girarte les pillas sin remedio. Verás gente que se ha quedado quieta, ya que no tienen el valor suficiente para correr hacia la pared. Incluso verás gente que ha abandonado el juego porque no quieren seguir jugando, o porque no creen que sea posible ganar, o por cualquier otra cosa.

Y es que rápido cambia la historia de cada uno, tanto como decir esas 5 palabras. Un buen o mal gesto, una buena o mala palabra, un paso hacia adelante o hacia atrás, y pasas de ser el que corre al que se queda quieto, o incluso abandona el juego. Y sin duda el que se va girando y le intentan tocar la espalda tiene la mayor comodidad.

Y por supuesto, cada uno tiene sus motivos de por qué actúa como actúa. Pueden ser más creíbles o menos, más premeditados o más involuntarios, más estoicos o más epicúreos, más "hago esto porque creo que es lo correcto" o más "hago esto porque me sale de los c***nes". Aun así, cada uno tiene sus razones, respetables (O no (¿Y quien soy yo para decir si es respetable?(Alguien con su opinión respetable))) todas ellas.

El que corre demasiado, ha actuado mal, siempre le acabaran cogiendo y tendrá que volver al principio. El que se queda quieto, nunca avanzará. El que se retira, poco hay que decir sobre él, así que ni lo remarco.

Pero, ¿y el que camina poco a poco sin que se le devuelva al principio? Pues tiene el problema de que haya otras personas que pretenden lo mismo y siguen avanzando. Aunque desde luego el problema es menor que el hecho de que te devuelvan al principio de la historia.

Quiero volver a jugar al patito inglés. 1, 2, 3, stella.

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- ¡Papá!
- Dime pequeño.
- Quiero jugar al patito inglés, pero el que le la lleva siempre me coge a propósito porque no quiere que gane... Creo que no quiere que juegue...

- Hijo, a lo mejor no es a propósito. Recuerda que, aunque vuelvas al principio, lo importante es que sigues jugando.
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martes, 1 de diciembre de 2009

Confesiones bajo cero (o casi)

Como casi de costumbre cuando abro el portátil en el coche, echo hacia atrás el asiento del pasajero para sentir más cómodo. Me decido a descargar tensión en forma de letras, pero el nivel de mercurio está demasiado bajo. Sólo el calor del disipador del ordenador me calienta, y no está la cosa como para encender el motor y gastar gasolina. No es calor humano, desde luego, pero menos da una piedra. Y luego dicen que es mejor pensar en frío. Y una mi***a. Mejor ir al bar.


¿Y qué mejor para dejar de estar nervioso que tomarse un café calentito? Claro que sí, hombre. Vine con la intención de tomarme una tila y acabo metiéndome cafeína en el cuerpo. Al menos el calor del bar me permite acertar las teclas.
Un bar donde he pasado muchos momentos. Demasiados, quizá. Mientras tomas el café pasa gente, gente que conoces pero en este momento no te apetece saludar, y gente que desconoces... pero esas caras nunca vistas pueden acabar formando parte de ti, hasta llegar a ocupar más cantidad de tu cuerpo y tu mente que tú mismo. Y echo mano de Aristóteles, que decía que "la perfección y el equilibrio es el término medio de todas las cosas". Que cada uno saque sus conclusiones.

Pero es imposible encontrar el término medio en todas las cosas. Es demasiado fácil postular una frase y decir que se puede aplicar a todo. La vida no es tan sencilla, por mucho que nos empeñemos en decir que lo es. No se puede seleccionar un pensamiento y presionar nuestra imaginaria tecla supr. Y por mucho que pase el tiempo, si has borrado algo de un disco duro, quedan restos magnéticos que permiten recuperar la información (y ojalá algún día tenga el dinero para hacer esto con cierto aparato que yo sé).

Dicen los escritores que la mejor manera de olvidar a una persona es convertirla en literatura. Pero un par de cosas tengo claras: ni soy escritor, ni quiero olvidar. Hay fuegos que es mejor apagar... yo sólo apagaré el de este cigarrillo recién prendido, que lleva dos pares de letras escritas y no quiero que la llama queme ni la primera gota de tinta.