lunes, 8 de febrero de 2010

Examenes y mente

Mañana (¿Mañana? Perdón, quería decir hoy) a las 9 de la mañana tengo un examen. Empiezo a escribir esto a las 4:49 de la madrugada. "Estás como una cabra", pensará más de uno... pero sé que hay cierto colectivo que me entiende.

No he estudiado psicología (bueno, un poco, pero eso no cuenta), ni sé si es ella la rama de la ciencia que estudia los efectos que puede tener la mente sobre el cuerpo, pero no me hace falta haber estudiado eso para darme cuenta de que la mente es una hija de p***.
A las 10 de la noche mi cabecita ya me decía: "Vete a la cama, estás reventado. Mañana tienes examen, pero no te preocupes, tienes que descansar". Sabes que sí tienes que preocuparte, pero su oratoria en forma de voz en off que sólo tú puedes escuchar y su poder de convicción suele ser demasiado para un ser humano corriente. Y como ser humano corriente que soy, acabo sucumbiendo a sus deseos.
Sin embargo, el primer roce de tu pijama (o de tu piel, esto va a gusto del consumidor) con las sábanas provoca en ella un cambio súbito de opinión, para no parar de pensar en el examen que tienes dentro de 10 horas. Tapado, calentito, notas algo frío que se introduce sutilmente en tu cama, a tu lado. Pero no es precisamente una compañía agradable: el insomnio. Y este nuevo amiguito con el que compartes alcoba parece que no atiende a razones, porque aunque tú quieres estar solo, te fuerza a dormir con él... bueno, a no dormir.
Por tanto podemos decir que la mente no es perfecta, aunque mi deducción en los tres párrafos anteriores pueda sonar, en el mejor de los casos, poco convincente. La mente te puede jugar malas pasadas, porque si bien es cierto que se ocupa de los procesos conscientes, también se ocupa de los inconscientes. Y precisamente no es una buena idea utilizar la insconciencia como excusa de tus actos. De hecho, suena mal. Aunque sepas que realmente no puedes hacer nada por controlarla, ya que su semántica lleva implícito el hecho de involuntariedad, sigue sonando mal. Muy mal. Si estoy equivocado, que alguien me corrija. Pero bueno, ya hablaremos de eso en otro momento (o no), que no es el tema que nos ocupa.
Y la tecnología tampoco es perfecta. Aunque en ocasiones tu mente te p*tea, en otras te ayuda. Ella me levantó de la cama, y yo cogí al insomnio de los pelos y lo arrastré en dirección a la silla del ordenador, decidido a estudiar. ¿Y por qué estoy escribiendo esto en vez de aprovechar el tiempo para estudiar? Pues porque la tecnología no es perfecta. Entras a la "Educación Virtual", nombre bonito la primera vez que lo oyes. Igual de bonito que el mensaje de error que dice que en estos momentos no está disponible. En plena época de examenes y con las cifras astronómicas que se pagan por las matrículas...
¡Pero bueno! Hay que ver el vaso medio lleno (o entero), y como dijo Humphrey Bogart en sus años mozos de estudiante cuando hizo su famosa película Examenenblanco: "Siempre nos quedará... Septiembre"

lunes, 21 de diciembre de 2009

1, 2, 3...

...patito inglés.

Así de rápido. Te das la vuelta un momento (o tres, según la cancioncita) y ale, ya ha cambiado todo. Y cada vez que te giras contemplas una nueva escena que puedes analizar.

Cuando te vuelves hacia la pared un instante y vuelves a mirar atrás (lo cual no lleva precisamente mucho tiempo) te puedes encontrar cualquier cosa. Verás gente que ha avanzado, y tú no te has dado cuenta. Verás gente que corre demasiado, y en el momento de girarte les pillas sin remedio. Verás gente que se ha quedado quieta, ya que no tienen el valor suficiente para correr hacia la pared. Incluso verás gente que ha abandonado el juego porque no quieren seguir jugando, o porque no creen que sea posible ganar, o por cualquier otra cosa.

Y es que rápido cambia la historia de cada uno, tanto como decir esas 5 palabras. Un buen o mal gesto, una buena o mala palabra, un paso hacia adelante o hacia atrás, y pasas de ser el que corre al que se queda quieto, o incluso abandona el juego. Y sin duda el que se va girando y le intentan tocar la espalda tiene la mayor comodidad.

Y por supuesto, cada uno tiene sus motivos de por qué actúa como actúa. Pueden ser más creíbles o menos, más premeditados o más involuntarios, más estoicos o más epicúreos, más "hago esto porque creo que es lo correcto" o más "hago esto porque me sale de los c***nes". Aun así, cada uno tiene sus razones, respetables (O no (¿Y quien soy yo para decir si es respetable?(Alguien con su opinión respetable))) todas ellas.

El que corre demasiado, ha actuado mal, siempre le acabaran cogiendo y tendrá que volver al principio. El que se queda quieto, nunca avanzará. El que se retira, poco hay que decir sobre él, así que ni lo remarco.

Pero, ¿y el que camina poco a poco sin que se le devuelva al principio? Pues tiene el problema de que haya otras personas que pretenden lo mismo y siguen avanzando. Aunque desde luego el problema es menor que el hecho de que te devuelvan al principio de la historia.

Quiero volver a jugar al patito inglés. 1, 2, 3, stella.

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- ¡Papá!
- Dime pequeño.
- Quiero jugar al patito inglés, pero el que le la lleva siempre me coge a propósito porque no quiere que gane... Creo que no quiere que juegue...

- Hijo, a lo mejor no es a propósito. Recuerda que, aunque vuelvas al principio, lo importante es que sigues jugando.
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martes, 1 de diciembre de 2009

Confesiones bajo cero (o casi)

Como casi de costumbre cuando abro el portátil en el coche, echo hacia atrás el asiento del pasajero para sentir más cómodo. Me decido a descargar tensión en forma de letras, pero el nivel de mercurio está demasiado bajo. Sólo el calor del disipador del ordenador me calienta, y no está la cosa como para encender el motor y gastar gasolina. No es calor humano, desde luego, pero menos da una piedra. Y luego dicen que es mejor pensar en frío. Y una mi***a. Mejor ir al bar.


¿Y qué mejor para dejar de estar nervioso que tomarse un café calentito? Claro que sí, hombre. Vine con la intención de tomarme una tila y acabo metiéndome cafeína en el cuerpo. Al menos el calor del bar me permite acertar las teclas.
Un bar donde he pasado muchos momentos. Demasiados, quizá. Mientras tomas el café pasa gente, gente que conoces pero en este momento no te apetece saludar, y gente que desconoces... pero esas caras nunca vistas pueden acabar formando parte de ti, hasta llegar a ocupar más cantidad de tu cuerpo y tu mente que tú mismo. Y echo mano de Aristóteles, que decía que "la perfección y el equilibrio es el término medio de todas las cosas". Que cada uno saque sus conclusiones.

Pero es imposible encontrar el término medio en todas las cosas. Es demasiado fácil postular una frase y decir que se puede aplicar a todo. La vida no es tan sencilla, por mucho que nos empeñemos en decir que lo es. No se puede seleccionar un pensamiento y presionar nuestra imaginaria tecla supr. Y por mucho que pase el tiempo, si has borrado algo de un disco duro, quedan restos magnéticos que permiten recuperar la información (y ojalá algún día tenga el dinero para hacer esto con cierto aparato que yo sé).

Dicen los escritores que la mejor manera de olvidar a una persona es convertirla en literatura. Pero un par de cosas tengo claras: ni soy escritor, ni quiero olvidar. Hay fuegos que es mejor apagar... yo sólo apagaré el de este cigarrillo recién prendido, que lleva dos pares de letras escritas y no quiero que la llama queme ni la primera gota de tinta.

martes, 6 de octubre de 2009

Aprovecha

Un día cualquiera, una clase cualquiera de una universidad cualquiera. Al acabar la clase, la profesora X se acerca y empieza una conversación con un alumno Y, el cual realiza una práctica cualquiera de una cierta asignatura conmigo. La conversación sigue como se muestra:


- Profesora X: Alumno Y, ¿por qué no viniste a la revisión del examen de "asignatura Z"?
- Alumno Y: Pues porque tenía un 4, y ya fui en junio que saqué más nota que esta y aun así no subí ni una décima... así que...
- Profesora X: Es que yo esperaba que vinieras.
- Alumno Y: Bueno pero ya te digo, para lo que habría servido...
- Profesora X: Pues esperaba a que vinieras porque había una pregunta que no sabía exactamente que es lo que hacías, es más, parecía copiada... Sólo tendrías que haber venido a explicarme de donde salía lo que habías escrito y habrías aprobado. Ahora los plazos ya están cerrados, así que no puedo hacer nada.
- Alumno X: ..............


Y sí, la profesora se queda tan ancha.


A parte de lo tragicómico de la situación, algo queda bastante claro: mejor aprovechar cualquier oportunidad para arreglar cosas, aunque todo se vea negro y parezca que no tenga solución. Y yo me aplico el cuento.


P.D: Pedí autorización al "afectado" para la publicación de esta historia, aún así mantengo su anonimato xD.

domingo, 4 de octubre de 2009

El sentimiento de la música

Ya hace muchos años que tengo el placer de poder tocar un instrumento, desde que quién me trajo al mundo me dijo a los 10 años "Oye, te he apuntado a guitarra", sin tener yo ni idea. Me enfadé bastante. Pero he acabado agradeciéndoselo. Y ahora tengo 21...


Gracias a la música he conseguido pasar momentos maravillosos. Risas, lágrimas, emoción... A medida que pasaron los años, conseguí formar lo que pensaba era un sueño, formar un grupo de música. Pero inevitablemente te vas dando cuenta de que aquello que creías un sueño es más bien como un espejismo en medio del desierto.


El amor por la música va más allá de poder tocar un instrumento. Cuando tienes otras personas a los que les gusta la música también y decides unirte a ellos para poder crear algo más, y poco a poco vas creando música a tu gusto, te sientes bien. ¿Pero qué pasa si tus objetivos no son los mismos que los del resto de personas?


Hace muy poco leí una frase: "Todos necesitamos definir prioridades en nuestras vidas. Debemos tener cuidado en como las ordenamos y luego ser consecuentes con ese orden" (Un pequeño paréntesis después de esta frase: (K) ). Cierto es que esto se puede transportar a muchas decisiones en la vida. Pero creo que esto también se puede transportar al tema de que hablo. En relación a la música puedes tener objetivos, pero después de lo que he vivido, puedo asegurar que todos son totalmente subjetivos, y poca gente comparte exactamente las mismas ideas.


¿Qué pienso yo? Cito textualmente a un gran guitarrista, Andy McKee: "No toco delante de gente para demostrar mis habilidades y ser reconocido. Quiero crear la música que me gusta y transmitir lo que pienso a través de ella". Me parece una idea respetable, aunque no la comparto al 100%. Sinceramente me basta con transmitir mis sentimientos a la/s persona/s que yo quiero. Tocar para mi y para quien yo desee realmente hacerlo.